domingo, 28 de octubre de 2018


Cormorán
Elisa Molina
Poemas

Alción Editora
Córdoba 2018 

Phalacrocorax

            Dylan Thomas, en pugna con los surrealistas, reconocía que si bien las metáforas no eran elaboradas conscientemente, su elección y selección, esto es: la decisión de llamarlas poemas, era plenamente consciente; creí ver allí otro caso de poeta romántico con poética clásica, afín al paradigma (enunciado por Borges) de la composición de El Cuervo  formulada por Edgar Allan Poe. Esto viene al caso o es traído de los pelos, o de las plumas, o de la pluma, porque el libro de Elisa Molina se llama Cormorán, porque los zoólogos llaman al cormorán phalacro-corax, que se traduce como cuervo calvo, y porque en los poemas de Elisa hay unas cuantas reflexiones sobre la poesía.
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            En su excelente presentación Carlos Schilling dijo que en estos poemas era más importante lo no dicho que lo dicho, entiendo yo que de ese modo los poemas eran asimilados a una suerte de ascenso por las palabras a una forma inefable. También recuerdo que en algún momento posterior Elisa manifestó su intención de no caer en el romanticismo. A esta altura es justo declarar que no sé bien cuál es el alcance de la palabra ‘romántico’, ni a qué acepción se refiere en qué consiste su oposición con lo clásico: ¿Intuición contra concepto? ¿Pasión sobre razón? ¿Corazón frente a cerebro? ¿Contenido antes que forma? ¿Qué y no cómo?  Este es el poema que debería ser epónimo:
Ahora que me acuerdo, ayer creí
comprender cabalmente lo que había
pasado. Quizás fue casualidad:
como un cormorán de instinto certero
empalmé la corriente por el ángulo
que veloz desciende al centro…¿de qué
que comprendí el día de ayer? No sé
siempre retengo el cómo, nunca el pez.
Diré, pura hipótesis, que encuentro aquí la expresión de una poética clásica, y tácitamente una exaltación del estilo y la forma. Pero diré también que casi todo el resto del libro, y alguna vez de manera explícita, contradice esta afirmación, así en El perfecto idiota:
Qué confundido estabas
convirtiéndolo todo en
una cuestión de estilo
mostrando la cadencia
de tus celestes tripas
en perfecto endecasílabo.
Entonces queda la intriga de qué es lo que proponen los dos últimos versos del libro para La explicación de un poema:
la completa convicción de un solo
verso exacto y perdurable.

Vuelvo ahora al phalacro-corax. Según Wikipedia, a  diferencia de la mayoría de las aves acuáticas, sus plumas no son completamente impermeables, por lo que, al mojarse, éstas aumentan de peso, lo que les permite hundirse más y bucear a mayor profundidad. Una vez en tierra, extienden las alas para secarlas. Imagino que cormorán es la conciencia, o un agente de la conciencia, que se sumerge en busca de peces, de metáforas, de textos y luego los exhibe a su lado, a la luz y el calor del sol, pero ya no le interesan y sólo recuerda cómo volver en busca de nuevas presas. Entre tanto se ha producido una metamorfosis y los peces, los textos, los poemas se han convertido en cormoranes y están ahí, en ávida vigilia, listos para zambullirse en el mundo del lector.
Daniel Vera
Córdoba, 2018.