miércoles, 22 de abril de 2020



¿Macrobiogogos  o  gerontogogos?

por Daniel Vera
(publicado en La Voz del Interior del 22-04-2020)



Esto de andar entre palabras me llevó desde temprano a vincular unas con otras y a jugar con sus étimos y sus usos,  por el peligro de contaminación y de contagio; así, ‘pedagogo’,  el que llevaba los niños a la escuela, se juntaba con ‘demagogo’, el que  lleva al pueblo, en especial a los pobres a votar, de manera que el niño o el pueblo tenían que pedir permiso a su respectivo ‘gogo’ para cualquiera de sus acciones, que podía ser un ‘paleogogo’, con el prestigio del pasado, o un ‘neogogo’ con el lustre del porvenir. En suma, que cuando cumplí 70 años, creí por fin haberme liberado de estos ‘gogos’, ya que no tenía obligación de votar y podía decidir por mí mismo si valía o no la pena ir por mi cuenta hasta las urnas y tampoco estaba obligado por otros motivos, a ir a ninguna escuela.  Ahora bien , con la razón del Covid-19, a algunos de por aquí cerca se le ha ocurrido que los mayores de 70 años necesitan tutelaje para salir a la calle; los responsables de la medida aducen que la mayoría de las víctimas fatales superan esa edad, no lo discuto, pero pregunto a ojo de buen cubero, ¿acaso en épocas sin pandemia no somos también los mayores de 70 los que encabezamos la estadística? Según la misma fuente que citan son muy pocos los fallecidos por Covid-19 mayores de 90 años, según su lógica a estos  habría que exceptuarlos de pedir permiso. Agregan, por supuesto, que es por el bien de los ‘adultos mayores’ (no se animan a decirnos‘viejos’), como seguramente dirían respectivamente los pedagogos del bien los niños y los demagogos del bien de los pobres, y harto sabemos que el camino del infierno está empedrado con buenas intenciones, para que sea más fácil ir por allí. Ahora bien, no sé cómo llamar a estos nuevos ejemplares de ‘buena voluntad’ ¿macrobiogogos o gerontogos o de alguna otra manera? 

Daniel Vera



miércoles, 25 de marzo de 2020





Las artes del dibujo
 Para una muestra (ideal) de Gonzalo Vivián

            Si por un capricho momentáneo quisiera traducir al latín las palabras ‘dibujo’ y ‘dibujar’ ¿hacia dónde me dirigiría? ¿Hacia ‘descriptio’, que señala la fidelidad de la  representación? ¿Hacia ‘adumbratio’ que lo relaciona con los sueños y las ilusiones? ¿Hacia ‘designo’, vinculado con el proyecto y la invención?  El paso a otro idioma no vale únicamente como dificultad de traducción  debida a un cambio en la organización  semántica, sino también como metáfora, para hacer evidente que ‘dibujo’ no es una palabra simple, y es así porque el dibujo no es un arte simple y detrás de su aparente sencillez y fragilidad se oculta  una inmensa diversidad y fortaleza. Dibujar puede ser actividad de muy variadas empresas  ya que es, en general, una manera, una técnica, un arte de pensar y en su fusión con el pensamiento no deja que ninguna cuestión le sea ajena, y esa generalidad se particulariza en diseño, en esbozo, en croquis, en plano, en proyección, en registro, porque es también un hacer, un producir, que se concreta en cada caso en un dibujo especifico. Es propio de las artes, sin embargo, no dejarse encerrar en una categoría única, y más allá de su finalidad particular un dibujo puede ser valorado por alguna otra,  y aún por sí mismo: es allí donde sus artes culminan en un arte cuyos testimonios preceden a los de todas las demás artes, como si fueran su condición necesaria, independiente mente de su calidad representativa, explicativa, indicativa y demás: la invención  de la escritura, por ejemplo, se produce cuando los hombres aprenden a dibujar las palabras y la poesía se vuelve visible, y en algunas culturas orientales todavía hoy la calidad poética no es independiente de la calidad del dibujo de su idioma, y otorga una importancia desconocida para nosotros al vocablo  ‘caligrafía’. Pero el dibujo, ni siquiera con su mejor gráfica es un mero vehículo del poema,  y retroactivamente, mediante la inversión de un desarrollo que ha llevado milenios, podemos descubrir en un instante la poesía implícita en esas líneas en cuyo remoto origen no se excluyen las figuras de Altamira y otras, acaso más antiguas y que se manifiesta inmediatamente, sin necesidad de un marco verbal. El dibujo no es sólo un intento de representar o de dominar el mundo, también es una energía creadora de mundos, inventora de universos; es elemental, en el sentido de que es un elemento tal vez imprescindible de las buscas humanas y, por lo tanto, de los hallazgos humanos. Se lo puede asimilar al amor, según aquel mito griego, que lo presenta pobre de bienes,  pero infinitamente rico en recursos,  o sea en estrategias y tácticas, es decir: en  artes.



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