Julio
Córdoba
Bayo,
zaino, alazán, overo, pinto.
Y no sé
cuántos más. Julio lo sabe.
Lo sabe
por pintor, en lo que cabe,
Pero
mejor lo sabe por instinto.
Él ha
montado noches hasta el día
En busca
del pelaje de sus sueños
Y no ha
cesado nunca en sus empeños
De
encontrar el color de la alegría.
En muchas
ocasiones lo encontraba
En tonos
propios del galope largo,
Si no en
un trote lento que cruzaba
Despacio los
espacios. Sin embargo,
Cualquiera
de los pasos trasladaba
El dorado
sabor del mate amargo.