(desde un punto de vista no clásico)
Jorge Alfredo Roetti
Nestor Osorio (colaborador)
Centro de Estudios Filosóficos y Sociales
Mar de Plata, 2012, 316 páginas.
El
discreto (continuo) encanto (desencanto) de la lógica formal
Alguien definió la lógica formal como la moral elemental del
pensamiento, ya que el razonamiento correcto, si bien no garantiza la
verdad, la cual depende de la materia de
los enunciados, asegura la voluntad de no ser falaz en la investigación ni en
la exposición de sus resultados. Jorge Alfredo Roetti, uno de los mayores
lógicos argentinos, ofrece en este Curso
de Lógica clásica (desde un punto de vista no clásico) un
cabal ejemplo de rigor científico unido a una implacable honestidad
intelectual. El curso, perfectamente descrito por su título, encara la
enseñanza de la lógica (que Roetti ha ejercido por más de cuarenta años) con
una perspectiva que permite distinguir desde el principio el sector denominado
‘clásico’ o bivalente, de otros desarrollos que diversifican, multiplican o
aplican los cálculos de juntores y cuantores (o de proposiciones y predicados,
según otra denominación). Pero la lógica
es también una herramienta crítica para desarmar las trampas de la (mala,
aunque efectiva) retórica; herramienta que rara vez es usada, pues en el calor
de la discusión –en el diálogo erístico, a diferencia del diálogo cooperativo
que propone Roetti- el afán de vencer al interlocutor supera al de tener razón; de ahí que el uso de los
ejemplos en este texto, especialmente en el análisis de falacias, resulta dos
veces ilustrativo, porque al haber sido tomados del debate político presente,
revelan lo poco cuidadosos que somos en nuestros argumentos o lo poco
razonables que son nuestras adhesiones a tal o cual causa. De mi parte, no creo
que la disputa política o ideológica pueda alcanzar siquiera un nivel aceptable
de claridad y distinción conceptual y argumental, pero el advertir sus ‘trampas’,
no siempre manifiestas en una primera lectura o audición, acaso pueda llevar a
disminuir el fragor de las confrontaciones y a intentar el propuesto diálogo
cooperativo. Cierro con un poema de Jorge Luis Borges:
LOS CONJURADOS
En el centro de Europa están
conspirando.
El
hecho data de 1291.
Se
trata de hombres de diversas estirpes, que profesan diversas religiones y que
hablan en diversos idiomas.
Han
tomado la extraña resolución de ser razonables.
Han
resuelto olvidar sus diferencias y acentuar sus afinidades.
Fueron
soldados de la Confederación y después mercenarios, porque eran pobres y tenían
el hábito de la guerra y no ignoraban que todas las empresas del hombre son
igualmente vanas.
Fueron
Winkelried, que se clava en el pecho las lanzas enemigas para que sus camaradas
avancen.
Son
un cirujano, un pastor o un procurador, pero también son Paracelso y Amiel y
Jung y Paul Klee.
En
el centro de Europa, en las tierras altas de Europa, crece una torre de razón y
de firme fe.
Los
cantones ahora son veintidós. El de Ginebra, el último, es una de mis patrias.
Mañana
serán todo el planeta.
Acaso
lo que digo no es verdadero; ojalá sea profético.
(J. L. B., 1985)
Daniel Vera, 2013
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