LEÑERA DIBUJADA POR HUGO BASTOS
El mundo, es decir: el hombre, cargado en las
espaldas de una mujer y mirando hacia atrás, hacia el pasado, mientras ella se
enfrenta a lo desconocido, el ignoto porvenir, llevando en sus brazos la
promesa del fuego. El mito ultramarino de Prometeo se deja leer transformado en
esta figura telúrica: una mujer ha sustraído el secreto de la energía
domesticada y con un solo movimiento ha domado los incendios y el frío, la
crudeza del clima y de los alimentos. Quizás con esa sabiduría haya limitado su
espacio, y se la pueda ver encadenada a quehaceres desempeñados en un ámbito
reducido, pero su mirada, la que no vemos, la que no podemos ver desde donde
estamos, destinados a contemplar sus huellas, avanza insaciable en procura de
un tiempo sin término. Esas leñas menudas, apenas capaces de crepitar en
fogones pequeños son la sola garantía, precaria acaso, pero indispensable, de
que se alcanzará otro día.
Daniel Vera,
Córdoba
2013.
Ellos. Espalda con espalda. Cielo o infierno. La misma tierra. Andrógino sin mediación. División. Divina. Ella. Por-venir y pro-mesa. Proto-mesa. Dación contra crudeza. Huellas sin mirada y mirada sin huellas. Gesta en gesto y viceversa. Mito y condena. Dos cuerpos. A-pareados. Sin par. Pero aun así parlantes y asintóticos hacia un telos de caricias y ausencia. ¿Una pareja? ¿Sin jaula o letra que los contenga? Mientras. Arde. La leña. Que los eclipsa. Y los consuma. Quizá. En. Nos-otros. Si uno es. Las alas del otro.
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