El entrerrianito
Poemas
Mauro Cesari
Alción Editora
Córdoba 2009, 60 páginas
El orégano de las especies
Poemas
Mauro Cesari
Alción Editora
Córdoba 2011, 110 páginas sin
numerar
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y afiliaciones
Las aficiones y las
asociaciones van de la mano y a veces acarrean malentendidos. Cuando vi El entrerrianito en la vidriera de la
editorial me acordé de El entrerriano, tango de Rosendo
Mendizábal, posiblemente de la Guardia Vieja y, por supuesto, nada que ver,
como lo pude comprobar más tarde, luego de conocer al autor y leer sus
publicaciones, lo cual no evita que en lo siguiente esté igualmente descaminado. Aunque leí primero el segundo de sus libros
enumerados según fecha de publicación, mi lectura pronto invirtió la secuencia,
porque conjeturo que fueron publicados en el orden en que fueron escritos (al
menos en su mayor parte). El ‘entrerrianito’, me dije cuando supe que Cesari
había nacido en Entre Ríos y residía en Córdoba, ha de tener que ver con cierta
nostalgia de la infancia y sus paisajes; después de leer los poemas, advertí
que no me había equivocado del todo, pero que mi acierto era trivial,
insignificante: El ‘entrerrianito’ marca una filiación mucho más profunda y
plena de poesía; a poco de transitar sus versos se respira una atmósfera con
reminiscencias del aire ecuménico de Juan L. Ortiz, se percibe algún acento
delicado asimilable a Alfredo Martínez Howard y hasta puede el cuerpo sentirse
empapado por “un fresco abrazo de agua” que nombra para siempre a Carlos
Mastronardi. Doblada ironía de la modestia, el 'entrerrianito’ apunta la
vocación de caminar entre esos grandes entrerrianos, pero sin dejarse llevar
por ninguno, porque entre los ecos de esas voces se escucha sin desentonar la
voz naciente de Mauro Césari, voz que alcanza un hito mayor en El orégano de las especies.
¿El orégano de las especies o el origen
de las especias? La presentación, el título de la obra es una heteronimia por
paronomasia, vinculación por el sonido de géneros diversos que permanecen
distantes y distintos. Esta dualidad apunta a otra, insinuada en el libro
anterior, pero protagonista de este: la del ojo y el oído, la dualidad del
escritor que hace visible el sonido de las palabras y la dualidad del lector
que hace audible (siquiera para sí) el silencio de la escritura, en dos mundos
que no alcanzan una síntesis, pero que se modifican constantemente el uno al
otro y toman por asalto los otros sentidos. Estos poemas de Césari son
declaradamente visuales y sugerentemente orales, una cosa es verlos y otra cosa
es oírlos, no son caligramas ni buscan tomar la forma de lo que nombran,
recuerdan más bien las experiencias gráficas de Stéphane Mallarmé, y sus poemas
hacen evocar formas pictóricas de Paul Klee o Piet Mondrian. En suma, una
poesía para ver y escuchar y, sobre todo, leer.
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