martes, 11 de agosto de 2015

Pinturas de Eumelia Bravo


Tormentas secretas

            El paisaje, se solía decir, es el hombre, y tal vez sea cierto si se entiende por ello  un retrato del alma, aunque el alma de la que hablo en este caso no se puede atribuir con precisión a una persona ni a un grupo ni a una época. Es un alma que Eumelia Bravo va descubriendo mientras pinta, o que yo voy descubriendo mientras contemplo sus pinturas: algunos son lugares próximos, calles y edificios que veo todos los días, pero que aparecen envueltos en una gravedad inusitada, otros traen regiones lejanas y todavía otros parecen surgir de la imaginación y la memoria. Y todos trasuntan una delicada profundidad.
            Bien puede ser el sentimiento del tiempo:  Eumelia viene de una larga temporada  lejos de los pinceles, pero si bien la mano pintora no ha estado activa, cabe sospechar que la mirada del artista no ha descansado, que ha ido asimilando las variaciones, las modulaciones y las mutaciones con que los años destruyen y construyen lo que nos rodea, y esos movimientos han quedado registrados en el vigor de sus pinceladas, en esas rapsodias  de color que muestran mucho más de lo que se ve: la tensión de las fuerzas que hacen aparecer lo que está ahí.

            Bien puede ser la fragilidad de las cosas, la imprevisibilidad del devenir, eso que emerge en las catástrofes súbitas cuando un brusco meteoro transfigura la consuetudinaria calma y arrasa la tierra y el cielo. Así, en una Inundación  no sólo percibimos la furia incomprensible del agua, también están los temores y los temblores de quienes la padecen, la vacilación de sus creencias más firmes, tal vez la conmoción de su fe, que veo, que creo ver en esa cruz torcida sobre el domo de una iglesia. ¡Ah, las iglesias de Eumelia, con sus cruces torcidas, su aspecto de estar siendo sacudidas por un terremoto y, en contradicción con esto, el vigor de sus auras!  Una espiritualidad que más allá, o más acá, de cualquier devoción, se encarna en la incesante voluntad humana de seguir habitando la tierra.   
            Bien pueden ser la sabiduría inefable y la pasión muda que van sedimentando bajo el claroscuro de las palabras nuestras emociones cotidianas, esas que de tan repetidas pasan inadvertidas en su calidad germinal de sentimientos y pensamientos, mientras alimentan nuestras esperanzas y alientan nuestros desvelos, pero que también traslucen trazos de sombra, temores incomprensibles. Ahí, quizás se gestan esas tormentas secretas, esos torbellinos que parecen habitar las cosas.

            (Bien pueden ser solamente luces y sombras, color y ausencia de color, movimiento de la luz sobre la obscuridad o movimiento de la sombra interponiéndose entre la fuente luminosa y la mirada, un juego inocente de elementos inocentes alumbrando a veces y apagando a veces los perfiles, mezclando las perspectivas para sumar ojos a los ojos, haciendo y deshaciendo el contexto por el que transcurren ahora mis voces y mis pasos, figurando en ocasiones una escena rural y representando en otras un drama urbano, llevando al fin mi ánimo hacia una silenciosa calma. Y de tal manera me dicen que su agitada gestación se ha manifestado en una consecuente serenidad.)   

Daniel Vera

Córdoba, 2015

6 comentarios:

  1. Exelente y poético comentario del trabajo pictórico de la artista Eumelia Bravo, Felicitaciones a los dos.

    ResponderEliminar
  2. Q lindo y reconfortante haber leido ésto!!! Lo siento etéreo y terrenal!!!

    ResponderEliminar
  3. muy buena critica del exquisito trabajo de esa excepcional artista Eurnelia Bravo. Felicitaciones

    ResponderEliminar
  4. Felicitaciones ...
    En este caso a los dos tanto al artista, que buen trabajo y al escritor Eumelia un gran trabajo. ..
    Daniel bellas palabras.

    ResponderEliminar